miércoles, 30 de julio de 2014

Tal vez...

Tal vez no sé, tal vez no quiero saber (o tal vez si...)
tal vez solo quiero existir (o de dejar de...)
tal vez necesito y no sé decirlo, tal vez no soporte más,
tal vez no lo tengo aún presente (o si...)

Tal vez necesito, tal vez solo guarde
quizás comprenda… quizás comprendas (o quizás no...)
quizás te necesito, tal vez quiero ver (o tal vez entrar...)

Tal vez caminé, corrí, andé y quizás me cansé
tal vez solo sea eso y necesite otra cosa;
tal vez solo pensar: que tal vez solo alguna vez
en algún momento y quizás en otra vida.

Porque no otras razones, porque no otras muertes,
tal vez sea necesario solo quizás un tal vez
quizás sea necesario algún porqué,
o simplemente necesite un tal vez (o quizás no sé)…

18/08/2012

viernes, 25 de julio de 2014

Encuentro

Existió una noche muy especial donde los deseos invadían el aire, el ambiente se tornaba cálido, agradable y muy tentador. Todo empezó en algún chat, recién empezaba con la onda de chatear; entré a un grupo que me llamó la atención por su nombre: “Rosarinos”. Había mucha gente conectada, tal vez unos cincuenta; mi trabajo en ese momento me permitía, a horas nocturnas, sentarme delante de la computadora y conectarme a internet y navegar un poco; son las ventajas de trabajar de madrugada, por lo general todo es más tranquilo y la rutina laboral es más liviana.

Muchas de las interacciones que había en el grupo eran chicanas con respecto al futbol, otras respecto al barrio de residencia, y las infaltables connotaciones sexuales y sin discreción. Al principio me reía mucho, pero luego empezó a aburrirme un poco, ya que era siempre lo mismo. En un momento, una de las navegantes que se hacía llamar “Noeluz”, comenzó a realizar de golpe comentarios muy venidos abajo. La interfaz del chat permitía hacer contacto en privado, sin dejar de lado al resto de la comunidad “Rosarinos”. Me envalentoné y le envié una solicitud de conversación, la cual fue Rechazada. Días más tarde, y luego de reiteradas solicitudes, “Noeluz” aceptó y empezamos a charlar y le pregunté por el bajón de algunas madrugadas atrás. Me contestó que era algo pasado, que a esa noche ya no tenía importancia, ya que el culpable se había ido de la comunidad del chat.

“Soy Mario” le dije, ya que en mi “nic” yo me había nombrado “Elloco”; ella me contestó que se llamaba Luz y me retrucó preguntándome de dónde era. Presuponiendo que era de la misma ciudad, ya que estábamos en la comunidad con el mismo nombre, le contesté “de acá, de Rosario”, lo cual fue negado, pues me dijo al rato que si bien nació en la misma ciudad, no residía actualmente aquí, sino que de pequeña se había mudado a Córdoba.

Me contaba que quería visitar a unos parientes que hacía mucho no veía, por lo que le daban ganas de viajar a la cuidad, pero aún no sabía para que fecha, pues, estaba con mucho trabajo por la temporada alta de verano en Córdoba; ella trabajaba en un hotel al cual siempre se hospedaban muchos turistas, lo cual contaba que era un bajón por la cantidad de laburo que por ello Luz tenía. Sin embargo, ocurría lo contrario en Rosario, estaba muy tranquilo, si bien se veía turistas por la peatonal y por la costanera del río, no era tanto el movimiento en comparación de lo que comentaba Luz.

Acordamos en que ella se vendría para carnaval, tan sólo quedaban unos 20 días. Se tomaría unos descansos que se le debía, yo haría lo mismo para poder ser su guía por la ciudad, pues Luz no reconocería casi nada por haberse mudado de muy pequeña.

Seguimos chateando varios días por privado, intercambiamos números de teléfono para llamarnos si podíamos, o simplemente enviarnos mensajes. Recién empezábamos a conocernos en profundidad, sin mascaras o ni escudos. Muy a pesar de la distancia, nos sentíamos muy cerca; ella me llamaba desde la recepción del hotel, yo desde el teléfono de la guardia que hacía de noche, dependiendo del edificio que me tocaba cuidar, y hablábamos mucho total no nos cobraban a nosotros. Imaginábamos el encuentro, cómo sería uno y cómo sería el otro, si nos abrazaríamos o simplemente nos daríamos la mano.

Por fin llegó el día y la ansiedad se terminaba. Entere mensajes de texto y llamadas al celular, nos encontramos en la plataforma donde arribaba su colectivo. Nos miramos de frente en silencio, fue raro no decirnos nada, solo nos mirábamos y son reíamos. Caminábamos por las galerías de la terminal hasta llegar a un local donde funcionaba una cafetería y nos sentamos
allí a merendar y nos seguíamos mirando como no queriendo no creer que el otro estaba de frente. Cortamos con tanto silencio y comenzamos a charlar de lo último que veníamos hablando entre nosotros: el trabajo de cada uno y sus anécdotas; de la madre y hermanas del otro que ya se habían mejorado de una gripe; de que en el hotel se había encontrado con una compañera; de que el edificio había quedado muy sucio tras la lluvia del miércoles y que todavía no podían terminar de limpiar la arenilla en la vereda.

No nos dimos cuenta del tiempo que había pasado hasta que no vimos hacia afuera observando que ya había oscurecido. Pagamos la cuenta y nos dirigimos al estacionamiento a buscar mi auto. Le pregunte por la dirección de la casa de sus tías, así pudiera descansar, pero me contestó que aún no había hablado con ellas; inmediatamente me propuso dar un paseo hasta juntar el valor para hablarlas, pues, Luz calculaba que ya estarían entradas en años y no sabría si la reconocerían. Me extraño un poco el hecho de que, justamente, le faltara valor para hablarlas, pero la idea estaba buena, la adrenalina y su presencia me impulsó a decir un “Sí”. 

Entonces, fuimos a dar unas vueltas por la costanera del Río Paraná, llegando al Monumento a la Bandera nos detuvimos y nos tomamos unas fotos; luego, sin dejar de charlar por un momento, nos dirigimos a la peatonal donde surgió una nueva propuesta de su parte: “Pinta para una cena a la canasta”; al ver mi desconcierto, me hacía recordar algunas conversaciones por el chat, donde habíamos apostado a que yo no me animaría a comer sentado en una plaza, y como no estaba dispuesto a perder una apuesta, le recordé que yo vivía en un apartamento con balcón frente a una plaza. Le conté también que, por lo general, mis desayunos, meriendas y ocasionalmente las cenas, las realizaba en mi balcón. “De paso conoces donde vivo y si quieres, o gustas, podes quedarte”; le pregunte mientras que empezábamos a volver y buscar el auto. Luz, con sonrisa cómplice, me contestó que por ésta noche podía y quería, agregando que aún no le caía la ficha de se encontrara en Rosario paseando conmigo.

Al llegar al departamento, le mostré los ambientes y en particular la habitación que ella ocuparía, allí dejó su equipaje: una mochila ligera y un bolso con ropa; cosa que no me sorprendió, pues sólo venía por unos días.

En la entrada del edificio había un almacén donde compramos fiambre y pan lactal, que a ella le gustaba más, un sobre pequeño de mayonesa y una gaseosa de naranja. Cruzamos la calle y nos dirigimos hacia un lugar parquizado, allí desplegué un mantel y nos dispusimos a prepara unos sanguchitos. Hablamos un rato más. Me contaba que estaba muy contenta con mi compañía, el poder conocernos y vernos frente a frente; que venía hacía un tiempo escapando de una relación anterior; me explicaba que por eso eran las puteadas en el grupo del chat en los días previos de conocernos; y que, este viaje también le sienta de excusa para limpiar un poco sus ideas y sus sentimientos. Que ya no tenía muchas ganas de ver a sus tías, pues, en las horas que íbamos pasado juntos, se sentía muy complacida y a gusto.

Me decía que me comportaba como todo un caballero, que le gustaba la idea de estar con una persona que la trate así toda la vida. Me sentí muy alagado, claro, pero no entendía si con esto quería decir algo más de fondo. Agradecido por su cumplido, interpreté lo dicho solamente de forma lineal, no quería hacerme la cabeza con ideas que no eran claras o directas. Se sentía cansada por el viaje, así que guardamos las sobras y el mantel. Nos levantamos del suelo y nos sacudimos pasto que se había quedado en la ropa y emprendimos el regreso, corto por cierto, pues, teníamos que hacer sólo unos metros de plaza y luego cruzar la calle. Al entrar al apartamento le dije que podía bañarse tranquila, mientras tanto yo iba a guardar el auto, ya que me había olvidado de y hacerlo. Al regresar, ella ya se había acostado en la otra habitación. Al asomarme para arroparla, vi que estaba dormida, le di un beso en la frente, se acomodó un poco en dormida y me retiré a mi cuarto. Logré darme una ducha y encendí el televisor un momento, pues como no trabaja esa noche, y acostumbrado a los horarios nocturnos, no podía dormir, sentía que era muy temprano todavía.

Promediando la madrugada, un poco más o un poco menos, en lo que dormitaba entre el zapping y un canal de música; una silueta vino a visitarme se metió en mi cama. Al principio no entendía mucho por la somnolencia, pero reconocía el rostro de Luz cuando me abrazó en la cama; sonaba por el tele un video de los ingleses Coldplay interpretando “Talk”; en realidad, fue un especial de esa banda, por lo que pasaron varios videotapes de ellos; Luz se acomodó sobre su hombro derecho, apoyando su cabeza en mi pecho, más de mi lado izquierdo. Le acariciaba la espalda en automático, no porque quisiera hacerlo, sólo que se dio hacerlo; ella pasaba la yema de los dedos de la mano izquierda entre los bellos de mi pecho; ahora se escuchaba “Yellow”. Como todo verano en Rosario, las ventanas estaban abiertas para que circule corriente de aire, ayudada por el ventilador de techo. Le di un beso en la cabeza, Luz respondió con un beso en la base de mi cuello, beso con el que empecé a excitarme. Ella tenía puesto un short y una remera corta; yo,  sólo en bóxer y semitapado por las sábanas.

No sé bien en qué momento, sé que se escuchaba la misma canción. Empezaban a subir y a bajar besos, a subir y a bajar caricias llegando a lo más profundo; ella se trepó encima mío, yo me incorporé para sentarme y abrazarla; se aferró con piernas y brazos a mi espalda; yo luchaba con su poca ropa; no podíamos desprendernos del beso y la humedad de nuestros labios. Ahora sonaba Fix yuo  cediendo la remera, con algo más de trabajo porque primero había que despegarse, el short y lo que quedaba de ropa interior. Ya empezaba “Trouble” y Coldplay nos empezó a ambientar recién el encuentro. Perdimos la noción del tiempo hacía rato, casi no respirábamos, ni nos dimos breaks para idear o pensar qué hacer o qué hacíamos, así que como que improvisábamos de momento; la curiosidad de ambos nos iba ganando a nosotros mismos, al mismo tiempo aumentaba el deseo de seguir explorándonos con las caricias. La banda seguía sonando desde el televisor, cómplices también de nosotros en medio de los juegos y la pasión.

Puedo asegurar que en la habitación hacían unos 30 grados o más y el ventilador ya no daba abasto; a nosotros nos pasaba como un frio por las espaldas que dominaba la situación, pero con cada caricia los cuerpos se acercaran aún más y la humedad de ambos, ayudó a que nos mantuviéramos pegados y así mantener los cuerpos a temperatura. No hubo sombra sin ser tocada, no hubo centímetro sin ser explorado: la previa y la música dominaron toda la situación.

Era extraño que en ese primer encuentro sintiéramos algo, como un amor extraño, una mezcla de furia, de temor, de conocernos de toda la vida, de tremendos desconocidos, de llanto y de risa a la vez; empezábamos a agotarnos en caricias. Sonaba mi tema favorito: “In my place”. No queríamos parar, seguíamos ¿Cómo podía calificar lo que estaba sucediendo? ¿Cómo algo verdadero? No, porque no nos conocíamos, bah... en realidad sí pero casi nada. ¿Cómo algo falso? Tampoco porque estábamos ahí mismo, era sólo “eso” definido solo por la acción de actuar, más que con las palabras en sí. Sólo a mí se me ocurre pensar en esa situación; pero... ¿Qué habrá pensado ella? ¿Estaría pensando algo? ¿Serían dudas lo que tengo, serían preocupaciones? ¿Desde cuándo yo pensando en el después?

Hartándonos de amar, sin detenernos un instante siquiera, ahogándonos en los mismos besos; suspirando exageradamente rompiendo el silencio de la madruga; desgarrándonos en cada esfuerzo, centímetro a centímetro; sin pensar en nada más que en lo que estaba pasando, que en lo que estábamos haciendo; comenzaba “The hardest part” y el piano de la canción nos daba el compás para movernos y cambiar de posición, así descansaban los cuerpos mutuamente a pesar de que las piernas empezaran a flojear. Reiniciamos el juego, respirábamos fuerte; los brazos también queriendo ceder, las ganas de llegar aún no. Cuando terminó “Shiver” y el especial del canal de música daba por finalizado, nosotros nos rendimos por fin en la cama, cerrando los ojos, balbuceando cosas inentendibles por el agotamiento, abrazándonos una vez más, pero esta vez para dormirnos extasiados por la satisfacción de uno y del otro.

Al despertar a la mañana siguiente, presentía que era algo tarde, miré a mi alrededor y ya no había nadie. No lograba entender, no sé bien si por lo que me estaba despertando, por lo que
aún no llegaba sangre a mi cerebro, o porque no quería entender. La ausencia de un cuerpo a mi lado me causaba preocupación. “Luz”, grité; me levanté envolviéndodome con la sabana y busqué primero en el cuarto de al lado, luego en la cocina, en el baño y en el balcón; no hubo rastro alguno de ella ni de su ropa, ni de su bolso ni de su mochila; como que la mañana se había llevado todo lo que había sucedido con Luz. Llamé a su celular y me daba apagado. Bajé a la plaza y continué mi búsqueda, como desesperado. Olía el aire como queriendo rastrear su perfume; miraba en todas las direcciones queriendo encontrar su rosto. No quería conformarme con no encontrarla, no quería caer en la singularidad de pensar, o creer, que sólo fue mi imaginación, que mi subconsciente había sido el director de semejante escena, los chats, los mensajes, las llamadas, su viaje de visita... me costaba creer que no eran reales. Pasaron algunos días y sentía aún el vacio dentro mío, aunque intentaba no podía lograr revivir con mis recuerdos aquel encuentro. Aún me pregunto si podré verla una vez más.

20/04/2004

sábado, 19 de julio de 2014

Incertidumbre (con la colaboración de N. D.)

Atravesado por tu silencio
ya no tengo qué preguntar;
aturdido por tu ausencia
porque no dejas de escuchar.

Atormentado por la soledad,
ah soledad... esa vieja amiga,
que nuevamente eres mi única compañía.

No puedo hacer planteos
para estos problemas,
ya que sin darme tiempo
lo has resuelto tu sola.

Atrapado en este contexto,
pero liberado en lo que a vos concierne;
no hay libertad alguna
ya que soy prisionero de tu partida.

El olvido no es solución,
sigues en mi cabeza y en mi recuerdos;
tampoco es solución recordarte
porque sigues presente y no te puedo olvidar.

06/02/2006

lunes, 14 de julio de 2014

Quiero...

Quiero explorar tus montañas, hacer caminos por tu cuerpo. Quiero ser tu cielo y también ser tu infierno. Quiero ser el frio que te eriza y el calor que te sacia. Quiero sobrevolar tus deseos, incentivarte a la locura. Quiero tenerte en mis brazos, que tu piel se texture con la mía. Quiero aferrarme entre tus piernas, que nos olvidemos del tiempo, Quiero morirme en tus labios, y poder revivir en tu lengua. Quiero amarte con locura, quiero amarte con pasión, Quiero amarte delicado, quiero amarte con cuidado.

22/06/2010

sábado, 5 de julio de 2014

Último aliento

Has matado todas mis ilusiones,
has acribillado mis emociones,
no quedan fuerzas...
¿Qué más puedo te puedo dar?

Agoniza mi esperanza,
queda poco tiempo,
se acerca la indiferencia,
voy a terminar de perderte.

Te extraña cada centímetro de mi piel,
recuerdo cada uno de nuestros momentos,
es el infierno mismo no tenerte,
la nada gana cada vez más terreno.

Aún te sueño... aún quiero,
el dolor no ayuda a superarlo;
Aún sueño... aún te quiero,
¿Merece sacrificar  el último aliento?

19/01/2011