lunes, 29 de septiembre de 2014

Nuestro destino


Me devolviste los sueños,
ya que ahora sueño con vos.

Tengo nuevas esperanzas,
porque me enseñas a esperar.

Las ganas me fortalecen,
porque vos sos mi propia fortaleza.

La paciencia no me agota,
porque tú la renuevas.

Cuando los miedos me acechan,
los vas corriendo de apoco.

Desacomodaste todos mis sentidos,
y los encastraste a los tuyos.

Ya no tengo que preocuparme,
porque tengo en quien ocuparme.

Ya no hace falta recorrer caminos,
porque juntos creamos nuestro destino.

27/07/2004

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Te acercas a mí


Te acercas a mí
en un instante nada más
me muestras lo
hermoso que es vivir.

En esta noche
hay algo que decir
lo que fue y será
estar junto a ti.

Sabes que...
no existe nadie más
que me haga sentir,
no hay nadie como tú.

De pronto la luz
invade la ciudad
comenzamos después
de nuestra separación.

Te acercas a mí
en un instante nada más
me muestras lo
hermoso que es vivir.

24/09/2006

sábado, 20 de septiembre de 2014

Sueños inducidos

Dedicado a Valentina

Después de un día extremadamente agitado de juegos y paseos bajo el sol de la tarde tucumana, entre saltos y escondidas, llega a casa toda sudada con la ropa sucia por la tierra de la plaza. Exhausta y ayudada por su mamá, la pequeña se desviste para tomar un baño tibio. Mientras tanto, juega un rato más haciendo flotar unos juguetes de plástico con formas geométricas. A veces pasaba que ni llevándola a la plaza terminaba de gastar todas sus energías; arrimaba la noche y continuaba saltando alrededor mío o alrededor de su madre. La plaza no estaba lejos, por lo que aprovechamos para llevarle la bicicleta o el monopatín; la pelota de goma de color roja y rosa o un bebote casi del mismo tamaño de la pequeña. Lo lindo es a la noche, cuando ella nos cuenta por adelantado qué es lo que iba a soñar.
Luego de tomar una mamadera, con sus cuatro años se disponía a dormir. Una vuelta a la derecha para acomodarse en su cama; luego, media vuelta para quedarse boca arriba por unos minutos para se estirarse; y, finalizaba con una vuelta a la izquierda para terminar de acovacharse y así dormir. Antes de todo este ritual, cada vez que se iba a acostar, la pequeña guardaba debajo de la almohada algunos souvenires. A veces eran dibujos, otras hojitas o flores de lapacho amarillo que había recogido en la plaza o en la vereda de casa. También habíamos sacado con la mamá, en otras ocasiones de entre las sábanas, minúsculos juguetes, esos que traen en el interior los huevos de chocolate. Nunca nos pusimos en contra de que se quedara con los mejores recuerdos del día, ella nos decía que era para poder soñar con los juegos y los paseos que había tenido durante la tarde. Cuando lograba dormirse, con la mamá la acomodábamos, la arropábamos en caso de que la noche refrescara, y nos ocupábamos de sacar todos esos objetos de debajo de la almohada y los dejábamos sobre una mesita que la peque usaba de escritorio para sus dibujos.
Al levantarse por la mañana, nos contaba repetitivamente que había soñado con los mismos objetos que ella había guardado cuidadosamente bajo su almohada. Al principio, no le llevamos el apunte, pues creíamos que lo estaba inventando, como si fuera parte de un juego permanente de ella con los demás. Pero al ser cada vez más recurrentes estos comentarios, decidimos seguirle la corriente a ver qué más podía decirnos. Nos contaba que en el sueño se bajaba de la bici y juntaba las hojas caídas de los árboles de la plaza Belgrano, pues eran para clasificar en un libro donde las colocaba por tamaño, color o forma, y también que visitaba por varios senderos para poder conseguirlas, así ampliaría su colección.
Una tarde de verano que había llovido muchísimo, una de esas tormentas de las que uno no puede salir de la casa, ni asomarse por las ventas, por que termina de seguro empapado, fabricamos cinco barquitos de papel que íbamos a lanzar al mar de agua que había en nuestro jardín, y un sexto barco, debidamente pintado, fue a parar bajo la almohada. Al día siguiente, mientras que desayunábamos, nos contó que en su sueño había zarpado en su barco de papel por un río enorme de grande hacia tierras desconocidas; que lo había bautizado “Nelo” (por que no podía pronunciar bien “velero”); ella no era la capitana de “Nelo”, sólo viajaba como exploradora. Al parecer, su mente, en dormida, se transportaba a esos lugares que dibujábamos y pintábamos juntos a modo de entretenimiento.
Me quería convencer de que se trataba solo de su imaginación hasta que ella me demostró lo contrario. Una tarde tuve que faltar a mi trabajo por estar engripado. La mamá se iba a su trabajo luego de llevar a la peque al jardín, y como no quería dejarme solo, colocó su muñeca de la “Doctora Juguete” bajo mi almohada para que me curara. Al rato que se marcharon, me dormí y soñé que su juguete me examinaba y que yo dejaba que lo hiciera, además le consultaba qué remedios tomar para poder recuperarme.  Cerca de la hora de salida del jardín, ya me sentía bastante mejor, y decidí buscar a la pequeña y de paso tomar una merienda por la peatonal. En el bar, entre medio de un licuado y unas medialunas, me atreví a contarle sobre mi sueño donde la “Doctora” me había curado. Ella comentó: “viste, yo le dije que lo hiciera”; y concluyó preguntándome si había cantado la canción de agradecimiento con la “doctora juguete”. La miraba de frente en la mesa anonadado, no sabía que contestarle. No me atreví a contarle a mi mujer, pues creí que me tomaría por loco o que la fiebre habría atrofiado algunas de mis neuronas, así que decidí omitir lo ocurrido. Al llegar a casa le devolví la muñeca a la peque.
El fin de semana siguiente a mi gripe, con la mamá quedamos solos a la tarde, se había interrumpido nuestra rutina con la pequeña ya que sus abuelos maternos se habían ofrecido a llevarla de paso por los cerros. La mamá me contó que le había sucedido algo extraño con respecto a la peque, decía que no sabía cómo encararlo para que no se mal entendiera. Le contesté que comenzara por el principio a modo de broma, cosa que fue replicada con una cara de desagrado, sumado a una mirada sobradora. Me dijo preocupada que había soñado algo extraño. Yo me puse serio. Decía que había encontrado un dibujo de la peque debajo de su almohada donde estábamos los tres entre unos garabatos que parecerían ser un jardín de flores gigantes con árboles enanos con frutos color violeta. El sueño coincidía con el dibujo, los tres caminábamos de la mano por senderos amarillos, al mismo tiempo íbamos cantando: “… a la una sale la luna; a las dos sale el sol; a las tres sale el tren; a las cuatro sale el gato; y, a las cinco pego un brinco…”. En ese momento la peque saltó sobre su eje y dio una vuelta completa en el aire sin soltarse de las manos de ambos. Era lo mismo que hacíamos cada vez que volvíamos de la plaza. Aproveche para soltar lo que había sucedido con mi sueño cuando estaba enfermo. Al finalizar, nos mirábamos sorprendidos como buscando una explicación que fuera lo suficientemente lógica como para no querer internarnos en una clínica psiquiátrica. Sonó el timbre, era la peque con los abuelos. No solo la traían a ella del paseo, sino que también traían un envoltorio con empanadas así cenáramos todos juntos.
Cuando los abuelos se retiraron, con la mamá encaramos para la habitación de la peque, al entrar vimos el ritual de todas las noches, ella colocando hojas y piedritas bajo la almohada. Le preguntamos qué estaba haciendo y la peque con todo un aire superioridad, frescura e inocencia nos contestó: “ya les he dicho… ¡guardo las cosas para cuando me vaya a dormir!”; mientras tanto hacía una mueca con las manitos juntas y sobre ellas apoyaba su cara como para dormir cerrando sus ojos.
Nos miramos con la mamá y en ese momento entendíamos que la peque podía inducir los sueños; que desde su inocencia, nuestra peque era inmensamente grande a través de su imaginación, y que ella dentro de toda su pequeñez tuvo la decisión de compartir todo su mundo con nosotros, cosa a la que no nos podíamos negar.

06/09/2014


sábado, 13 de septiembre de 2014

Idealizar


¿Es posible imaginarte tanto,
termina siendo todo irreal?
¿Es posible que te ame de esta forma?
de qué otra manera si no...
¿Es posible creer que eres de verdad
y no saber si en realidad existes?
Quizás la duda me dejará vivir un poco más;
Es difícil dejar de preguntar...
más aún si las respuestas no llegan;
si se enmudecen en tu silencio,
si se ahogan en mis dudas,
si se mueren en mis miedos,
si no pregunto en algún momento,
si no conozco tus secretos,
si no conoces mi secretos,
sin saber si te entregarás a lo que siento,
si no me juego por tus tiempos,
sin saber en realidad cómo soy.

10/02/2010