Algunas personas encuentran en su locura la forma más
sutil de autodefensa. La demencia puede ser la armadura más utilizada y menos
reconocida en las sociedades actuales. Tanto que, la sociedad misma, para no
“contagiarse” de lo anormal, separa al loco con todas sus demencias en clínicas
o centros especializados. Los que tienen mejor suerte, quedan vagando por las
calles de alguna cuidad, mimetizándose con el entorno.
Foto: Juan Cerasuolo |
Foto: Juan Cerasuolo |
La loca, recorre el barrio gritando cosas que muchas
veces no se entienden; solamente se logra descifrar que busca a una persona: su
marido. Hay veces que por su forma impetuosa de acercarse vociferando, asusta a las personas que circulan por esa esquina; otras veces,
las personas que ya están acostumbradas a verla en el mismo lugar, la esquivan
sin miramientos, es como que su sola apariencia repele a todo el que pase por allí.
Hay muchas historias que se dicen en esa cuadra, como
si fueran hipótesis de por qué está loca “la loca”, o cómo es que llegó hasta
allí. Se dice que pregunta tanto por su marido, porque él la abandono cuando se
dio cuenta de su situación mental; otros versiones cruzadas, dicen que el
marido murió en la Guerra de Malvinas, y que desde entonces que su mente
desvaría, púes, lo amaba tanto que no pudo soportar la perdida, y su cabeza
murió con él al enterarse. También se dice que ella, ya había nacido “loca”,
que es de otra provincia, y que en una “limpieza de vagos” allí mismo, se
encargaron de “reubicar” a las personas como ella que andaban deambulando en
ese lugar, que a propósito nadie sabe dónde es, y que terminó acá por que se
escapó saltando del transporte que la llevaba.
Claro, son todas posibilidades válidas, todas y cada
una de ellas, pero no se puede saber cuál es la verdadera, pues, al querer
corroborar la información con la misma fuente, es decir, las personas que se
acercan a “la loca” para interrogarla, independientemente que sea para ayudarla
o solo por curiosidad, son debidamente ahuyentados por ella, con gritos aún más
feroces que los que suele dar cuando pregunta por su marido. Otras personas dicen que era excelente estudiante, la
mejor de todas en la Facultad de Medicina, y que tanto estudiar le fritó los
sesos, y que partir de ahí padece demencia senil. También he oído que habría
perdido un hijo, lo que la volvió loca. Estas dos últimas no explica por qué
pregunta por su marido.
Foto: Juan Cerasuolo |
Puede haber sido un accidente, puede haber sido que la
abandonó, o puede haber sucedido cualquier cosa; lo real es que ella, “la loca
del barrio”, está allí en su esquina; envuelta en su demencia, tambaleando en
su andar; abrigada demás independientemente de la temperatura ambiente;
delirando entre sus gritos y sus escrituras. La “loca del barrio” está loca de
soledad.
15/10/2014
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