lunes, 7 de diciembre de 2015

Máximas



-“La noche es solo una excusa...”; me dijo y se me cayeron todas mis armaduras. No quedó un escudo en pie. Debo confesar que no soy de las personas, como quién dice fáciles de trato.


-“No intentaré raptarte, sólo te voy a desviar un poco del camino...”; me dijo y en ese mismo momento, mis estructuras, mis formalidades, mi moralismo, todo quedó formalmente desestructurado.


-“No me importa qué eres, sino cómo eres y cómo piensas que vas a ser…”; me dijo y me desarmó para empezar a moldearme nuevamente a su gusto y paladar; como las vasijas de barro que son moldeadas a mano, así tal cual, empezó a darme una nueva forma, y yo fui arcilla presta a su inspiración.


-“Deberías ser como las olas del mar, que se dejan llevar por el viento, así recorrerás más caminos, con menos esfuerzo...”; y desde el mismo momento en que me lo dijo, mi cabeza empezó a surfear entre las cosas rutinarias y las actividades que me permitían despejarme de la vorágine.


-“Seguí balanceando tu cuerpo y sentite libre solo por un instante… (Mi Refugio – Cielo Razzo)”; me cantabas cada vez que nos quedábamos con poco ropa y nos rozábamos con los cuerpos entre las sombras de nuestra habitación, y así y todo, sentíamos que aún estábamos muy lejos, el uno del otro, para poder convencernos de que realmente estábamos cerca.


-“Lo único que puedo prometerte es que voy a hacer, siempre, mi mejor esfuerzo para no perderte…”; mi dijiste y supe que debíamos caminar no solo el mismo camino, sino también al mismo ritmo.


-“No solo de promesas viven las personas, sino también de las acciones que podamos realizar juntos para crear y construir las cosas más perdurables…”; me dijo y me convenció de que todo era tomar decisiones de a dos, para poder llegar lejos.


-“Las sorpresas no son tales, sino haces el esfuerzo para que lo sean…”; me dijo y me dio la posibilidad de estar alerta, para que sorprenderla sea una cuestión de méritos y no de obsequios.

-“El amor es siempre una decisión, en el momento que dejas de elegir diariamente a esa persona, dejas de amarla…”; me dijo y me obligó a realizar contratos que se renovaran cada veinticuatro horas, los 365 días del año.


-“Te encontraré una mañana dentro de mi habitación y prepararás la cama para dos… (Sui Géneris – Canción para mi muerte)”; me cantabas por las mañanas, con voz dormida y medio ronca mientras acariciabas mi frente con la yema de los dedos, y ayudabas de esa forma a apaciguar a mi malhumor matinal.
 

-“Hasta que la muerte nos separe será, pero trata de dejarme ir primero a mí, porque no sé si podría vivir mucho sin vos…”; me dijiste y entendí este día, cuando desperté y no estaba tu voz y no pude hacerte despertar. Cuando te llame y solo volvió el eco de mi voz. Cuando te toque y sentí tu cuerpo frío, y solo atiné a taparte con las frazadas, como para intentar no dejarte ir. Entendí que a partir de ese momento, debía aprender a vivir una nueva vida, ya no iba a ser posible continuar como a hasta entonces, porque ya nada sería lo de entonces.


Siempre me habías dicho muchas cosas, tantas para tantas cosas que ya casi ni las recuerdo a todas. Siempre fuiste la que enseñó más de lo que pudiste aprender. De los dos, fuiste la que sabia más que nadie cuán finito era el tiempo y que grande serían los espacios ante la ausencia de alguno. De todo lo que me enseñaste, solo faltó que me enseñaras a no extrañar tanto que estés aquí; que me enseñaras a que extrañe menos tu ausencia y que te extrañe más a ti.

07/12/2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario