You are not
me, Arlandria. You and what army,
Arlandria?
Oh, God you gotta make it stop.
Oh, God you gotta make it stop.
Arlandria – Foo
Fighters.
Parecía largo el camino que había
comenzado, había asfalto primero y luego de repente, la ruta terminó y comenzó
una huella por un camino de tierra a la cual seguí. Sentí que no tenía otra
opción más que seguir adelante, más que seguir caminando. Sentí que conocía
dónde iba; sin embargo, después de haber andado deambulando todo el día me detuve
en ingreso a un puente y allí me quedé parado mirando la nada misma por un buen
rato.
No recuerdo haber parpadeado; no
recuerdo si había pasado pensamiento alguno por mi cabeza; no recuerdo cuánto
tiempo estuve allí parado; tampoco recuerdo si mí llegada a ese puente fue
durante el día o si ya había anochecido; mucho menos recordaba de dónde venía o
dónde había empezado mi recorrido. Lo que si recordaba es que primero avanzó un
pie y luego le siguió el otro y así paso tras paso tras paso… avanzaba hasta
llegar donde había llegado, sin saber siquiera qué lugar era.
No recuerdo cuál fue mi nombre; ni
recuerdo tampoco qué fue de mí antes de mi peregrinación. Tal vez, incluso, me
cuesta recordar cuál eran mis certezas. No tenía reloj o celular; y si los tuve
alguna vez no sabría decir sobre su paradero, si me los robaron, si yo mismo
los había entregado o si los había extraviado. Sin embargo, a cada paso que
daba sentía, y era seguro, que el tiempo tal cual se lo conoce se iba diluyendo.
Sentía que cada composición del tiempo eran la misma tierra levantaban mis
pasos, que cada una de sus partículas eran polvo que se levantaba y caían
nuevamente alrededor de mis pies, que los minutos y los segundo iban dejando de
existir en la medida que iba dando cada uno de mis pasos; y que a su vez que
daba un paso, me perdía aún más en el camino y que al igual que el tiempo, iba
perdiendo la noción de mi mismo.
Para los demás deambulaba sin
rumbo. Sin embargo, tal vez era yo quién tenía el rumbo correcto, adecuadamente
orientado y no así el resto. No corría, solo caminaba paso tras paso tras paso…
un pie luego el otro, una necesidad que me llevaba a querer llegar a un lugar
sin brújula alguna, pero sabiendo muy dentro mío cuál era la ruta que tenía que
seguir. El puente estaba allí erguido frente a mí deseoso que empezara a
desandarlo. Mientras que los demás seguían con su mirada mi andar sobre el
puente, yo hacía caso omiso a sus miradas y me deja llevar como el agua, donde
el viento va formando con su paso las figuras más hermosas en el oleaje, así… me
dejaba llevar paso tras paso tras paso.
De repente, tuve un instante de
lucidez mundana donde pude ver inútilmente a mí alrededor como queriendo
reconocer (tal vez reconocerme también a mi) el lugar a donde había llegado.
Sin alarmarme, miraba en todas las direcciones y observaba con curiosidad el
puente que comenzaba delante de mis pies. Una estructura de hierro pintada de
herrumbre por los años y por la reacción al clima húmedo del lugar; por debajo
de él, corría un río manso con cierta profundidad; había algunos botes de pesca
que no parecían percatarse de mi existencia; tampoco lo hacían los vehículos
que cruzaban de manera intermitente por el puente.
Mis pies ya se encontraban dispuestos
para seguir avanzando, en aquel mismo instante de lucidez me sorprendía una
fuerte encrucijada, pues mi cuerpo pedía descanso, mi mente buscaba
reencontrarse y ubicarse geográficamente, pero a la vez me impulsaba a seguir
adelante a través del puente.
-SILENCIO!!! Le gritaba a mi
propia mente y a las ideas que me aturdían con su silencioso ruido ambiente; tanto
me aturdía ese silencio de mis pensamientos que terminaba replicándose en el
resto de mi cuerpo; queriendo escapar a mis pensamientos de retorno a un
presente fugaz e instantáneo e imperceptible, como también querer escapar a mis
recuerdos que buscaban ganarle una carrera mi presente para hacerme reaccionar y
así poder alienarme nuevamente a la rutina.
Por fin mis pies avanzaban sobre
el puente. Lo comencé a recorrer paso tras paso tras paso… lo cruzaba sin mirar
hacia abajo o a los costados; solo me concentraba en mí peregrinación la cual
no sabía cuándo iba a terminar.
No puedo explicar cómo pero el
tiempo y su composición en minutos y en horas no me afectaban; era inerte a su
transcurrir; lo cruzaba transversalmente, ni sobre ni por debajo, sino que lo
cruzaba a través del mismo tiempo. Mientras que los demás que me miraban se
encontraban esclavizados por el tiempo, yo lo cruzaba por la libertad de mis
pasos dejándome llevar a través de él, penetrando en cada uno de sus
compuestos. En otro lapsus de lucidez, comprendía el por qué de su mirada despectiva; ellos miraban con envidia
la libertad que tenía mi andar. Ellos eran los que decían que estaba loco; mi
andar despreocupado les respondía que era el más cuerdo de todos. Ellos decían
que estaba saliendo del mundo real; en mi andar me convencía cada vez más que al
cruzar ese puente abandonaba un mundo de opresión donde el carcelero era el
tiempo, y a dónde iba a llegar era un lugar privilegiado, despojado de
limitaciones o preocupaciones; un mundo el cual me sentía como propio; un lugar
sin extensiones y sin nombres, sin dueños y sin cotidianeidades que se
aferraban como grilletes a los tobillos.
El parte médico dijo que la causa
fue muerte cerebral que el corazón al ser joven y tan fuerte, mantenía con vida
al resto del cuerpo pero que mi cabeza ya no estaba más. Mi mente en realidad
estaba totalmente en blanco en total libertad de sus ataduras mundanas.
Mientras que mi andar sigue siendo paso tras paso tras paso a través de la
naturaleza del universo.
19/08/2018
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