domingo, 19 de agosto de 2018

Paso tras paso tras paso…



You are not me, Arlandria. You and what army,  Arlandria?
Oh, God you gotta make it stop.
Arlandria – Foo Fighters.

Parecía largo el camino que había comenzado, había asfalto primero y luego de repente, la ruta terminó y comenzó una huella por un camino de tierra a la cual seguí. Sentí que no tenía otra opción más que seguir adelante, más que seguir caminando. Sentí que conocía dónde iba; sin embargo, después de haber andado deambulando todo el día me detuve en ingreso a un puente y allí me quedé parado mirando la nada misma por un buen rato. 

No recuerdo haber parpadeado; no recuerdo si había pasado pensamiento alguno por mi cabeza; no recuerdo cuánto tiempo estuve allí parado; tampoco recuerdo si mí llegada a ese puente fue durante el día o si ya había anochecido; mucho menos recordaba de dónde venía o dónde había empezado mi recorrido. Lo que si recordaba es que primero avanzó un pie y luego le siguió el otro y así paso tras paso tras paso… avanzaba hasta llegar donde había llegado, sin saber siquiera qué lugar era.

No recuerdo cuál fue mi nombre; ni recuerdo tampoco qué fue de mí antes de mi peregrinación. Tal vez, incluso, me cuesta recordar cuál eran mis certezas. No tenía reloj o celular; y si los tuve alguna vez no sabría decir sobre su paradero, si me los robaron, si yo mismo los había entregado o si los había extraviado. Sin embargo, a cada paso que daba sentía, y era seguro, que el tiempo tal cual se lo conoce se iba diluyendo. Sentía que cada composición del tiempo eran la misma tierra levantaban mis pasos, que cada una de sus partículas eran polvo que se levantaba y caían nuevamente alrededor de mis pies, que los minutos y los segundo iban dejando de existir en la medida que iba dando cada uno de mis pasos; y que a su vez que daba un paso, me perdía aún más en el camino y que al igual que el tiempo, iba perdiendo la noción de mi mismo.

Para los demás deambulaba sin rumbo. Sin embargo, tal vez era yo quién tenía el rumbo correcto, adecuadamente orientado y no así el resto. No corría, solo caminaba paso tras paso tras paso… un pie luego el otro, una necesidad que me llevaba a querer llegar a un lugar sin brújula alguna, pero sabiendo muy dentro mío cuál era la ruta que tenía que seguir. El puente estaba allí erguido frente a mí deseoso que empezara a desandarlo. Mientras que los demás seguían con su mirada mi andar sobre el puente, yo hacía caso omiso a sus miradas y me deja llevar como el agua, donde el viento va formando con su paso las figuras más hermosas en el oleaje, así… me dejaba llevar paso tras paso tras paso.

De repente, tuve un instante de lucidez mundana donde pude ver inútilmente a mí alrededor como queriendo reconocer (tal vez reconocerme también a mi) el lugar a donde había llegado. Sin alarmarme, miraba en todas las direcciones y observaba con curiosidad el puente que comenzaba delante de mis pies. Una estructura de hierro pintada de herrumbre por los años y por la reacción al clima húmedo del lugar; por debajo de él, corría un río manso con cierta profundidad; había algunos botes de pesca que no parecían percatarse de mi existencia; tampoco lo hacían los vehículos que cruzaban de manera intermitente por el puente.

Mis pies ya se encontraban dispuestos para seguir avanzando, en aquel mismo instante de lucidez me sorprendía una fuerte encrucijada, pues mi cuerpo pedía descanso, mi mente buscaba reencontrarse y ubicarse geográficamente, pero a la vez me impulsaba a seguir adelante a través del puente.

-SILENCIO!!! Le gritaba a mi propia mente y a las ideas que me aturdían con su silencioso ruido ambiente; tanto me aturdía ese silencio de mis pensamientos que terminaba replicándose en el resto de mi cuerpo; queriendo escapar a mis pensamientos de retorno a un presente fugaz e instantáneo e imperceptible, como también querer escapar a mis recuerdos que buscaban ganarle una carrera mi presente para hacerme reaccionar y así poder alienarme nuevamente a la rutina.

Por fin mis pies avanzaban sobre el puente. Lo comencé a recorrer paso tras paso tras paso… lo cruzaba sin mirar hacia abajo o a los costados; solo me concentraba en mí peregrinación la cual no sabía cuándo iba a terminar.

No puedo explicar cómo pero el tiempo y su composición en minutos y en horas no me afectaban; era inerte a su transcurrir; lo cruzaba transversalmente, ni sobre ni por debajo, sino que lo cruzaba a través del mismo tiempo. Mientras que los demás que me miraban se encontraban esclavizados por el tiempo, yo lo cruzaba por la libertad de mis pasos dejándome llevar a través de él, penetrando en cada uno de sus compuestos. En otro lapsus de lucidez, comprendía el por qué de  su mirada despectiva; ellos miraban con envidia la libertad que tenía mi andar. Ellos eran los que decían que estaba loco; mi andar despreocupado les respondía que era el más cuerdo de todos. Ellos decían que estaba saliendo del mundo real; en mi andar me convencía cada vez más que al cruzar ese puente abandonaba un mundo de opresión donde el carcelero era el tiempo, y a dónde iba a llegar era un lugar privilegiado, despojado de limitaciones o preocupaciones; un mundo el cual me sentía como propio; un lugar sin extensiones y sin nombres, sin dueños y sin cotidianeidades que se aferraban como grilletes a los tobillos.

El parte médico dijo que la causa fue muerte cerebral que el corazón al ser joven y tan fuerte, mantenía con vida al resto del cuerpo pero que mi cabeza ya no estaba más. Mi mente en realidad estaba totalmente en blanco en total libertad de sus ataduras mundanas. Mientras que mi andar sigue siendo paso tras paso tras paso a través de la naturaleza del universo.


19/08/2018

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